Ser una persona mayor de 60 años; presentar dependencia (derivada de discapacidad física y/o psíquica); Disponer de un apoyo social suficiente que garantice la adecuada permanencia en el entorno (sin ser excluyente el hecho de vivir solos); no necesitar una asistencia sanitaria intensiva (encamados u otras situaciones derivadas de patologías que imposibiliten el uso de este recurso); no suponer un riesgo claro, avalado por criterio facultativo, para la salud o integridad física del resto de usuario/as